diciembre 04, 2014

Miiko y Mauro también son chilenos (si ellos quieren)



La polémica generada por la inclusión del delantero argentino de origen chileno, Mauro Zárate, en las futuras nóminas realizadas por el seleccionador Jorge Sampaoli, con miras a la próxima Copa América 2015, reabrió la larga polémica que se ha dado dentro del medio deportivo en cuanto a la inclusión de jugadores con doble nacionalidad, o bien que han obtenido ésta solo para poder ser convocados a una selección diferente a la de su país de origen. La pregunta que se origina, entonces, es si es éticamente aceptable que ello suceda. ¿Puede un jugador escoger a qué selección representar, o simplemente debiese defender los colores que lo vieron nacer?

En Chile los casos no son pocos. Hace pocos meses vimos como el lateral nacido en Suecia, Miiko Albornoz, vistió los colores de “la Roja” en el mundial recientemente disputado en Brasil. El veredicto popular no tardó en hacerse oír –tal como en el reciente caso de Rodríguez- al señalar lo impropio que le parecía el que estos jóvenes tomaran esta clase de decisiones, argumentando que detrás de ella había solo un afán de mayor figuración a nivel profesional y no un verdadero “amor a la bandera”. El chovinismo nuevamente salía por los poros de los furibundos “chilenos de corazón”. Probablemente esos mismos que demuestran toda su sensibilidad nacionalista destrozando todo a su paso cuando la selección triunfa o que respetan a su patria denigrando a todos esos extranjeros que llegan a Chile en búsqueda de un mejor futuro.

Si me encontrase con alguno de estos compatriotas, más allá de los ínfimos 140 caracteres que nos entrega Twitter para intercambiar opiniones –y que, seamos honestos, no le alcanzarían ni a un telegrafista avezado para exponer su sentir de un modo apropiado- me gustaría preguntarle si alguna vez han pensado cuáles son las verdaderas razones tras el éxodo masivo de chilenos hacia el extranjero, a partir de la década de los 80. ¿No encuentran una respuesta apropiada? Seamos claros: hay muchas. Las crisis económicas, la falta de oportunidades y la entrega masiva de lo que, coloquialmente, se conoce como las “becas Pinochet”. ¿Le suena el eufemismo? a muchos nacionales que no estaban, por cierto, de acuerdo con la llegada del dictador al poder, generó un éxodo masivo de compatriotas hacia el extranjero. No ver estos hechos es padecer no solo de una ignorancia supina, sino que también de una falta de empatía total. ¿O es que acaso Miiko y Mauro no son tan chilenos como quienes nacimos dentro del territorio nacional? 

Señora, señor, permítame señalarles algo. Probablemente estos jóvenes, al igual que muchos otros, nacieron fuera de nuestras fronteras. Pero no me cabe duda que pasaron su infancia soñando con conocer el terruño de sus progenitores; con poder ver en vivo al equipo de sus amores, con sentirse con el mismo derecho de llegar a Chile y mirar sus paisajes con los mismos ojos que sus padres los vieron, antes de decidir partir, obligados o no, a soñar con un futuro mejor. Ni Albornoz ni Zárate deberían “pagar el pato” por las decisiones de otros. Y, sí, quizás ninguno de ellos entienda muy bien lo que esa expresión significa, pero ¿qué es la nacionalidad, a fin de cuentas, más que una bandera de lucha que los poderosos enarbolan contra el pueblo? “Si ellos son la Patria, yo soy extranjero”, cantaba Charly García hace varios años atrás y hoy, en pleno siglo XXI, la frase no deja de ser contingente. Esperemos que para Miiko y Mauro deje, alguna vez, de serlo.


octubre 16, 2014

El machismo de los piropos, una verdad innegable


No voy a mentir, en general en la calle no me piropean mucho, a lo más algunos viejos verdes que de vez en cuando dicen asquerosidades o silban, de seguro por que tengo cara de cabra chica, por lo que nunca me vi enfrentada ni muy interesada en los últimos debates en torno a si es aceptable que los hombres le digan alguna frase a una mujer que consideren bonita. Para mí era y listo, en general trato de no darle mucha importancia a la opinión del resto, más aún si es un desconocido. Pero ayer leí un post en Facebook de una compañera de U (que es bien bonita, hay que decirlo) quejándose por toda la atención no pedida que recibía en la calle. Ahí le tomé el peso al asunto y me decidí a reabrir mi blog para referirme a este tema, más aún cuando se discute si una ley que prohíbe los piropos es o no necesaria. Pues bien, vamos por parte, como dijo Hans Pozo (?).

En primer lugar, estoy absolutamente en contra de tener que recibir piropos en la calle. Creo que, más que algo agradable, es una muestra enfermante del machismo que nos domina aún como sociedad. Eso es grave, a mi juicio. O sea, tú sales a la calle y tienes que aguantar que cualquiera se sienta con el derecho de pasar a llevar tu metro cuadrado diciéndote lo que sea, porque convengamos que tampoco se trata de cosas lindas sino que, por lo general, son frases lascivas o ruidos que no dan más que asco. En realidad, aunque sea la frase más hermosa del mundo, nadie tiene derecho a atacar tu privacidad simplemente por el hecho de ser mujer y medianamente atractiva.

Este machismo recalcitrante no solo se ve en quienes piropean, creyendo casi hacernos un favor, sino que también se ve en quienes defienden su derecho a gritarle "guashita rica" a cualquiera que se les ocurra. El otro día, de hecho, leía los comentarios de los lectores de Emol sobre el tema, quienes amablemente decía que quienes se quejaban sobre esto eran "puras hueonas feas" o que tenían "mucho tiempo libre para preocuparse por hueas". Si eso no es machismo, no sé lo que es. Es como el clásico tipo de la disco que te saca a bailar, le dices que no y te dice "ay, te creis rica". Hey, aprende a superar el rechazo, hazte ver. Que se haga ver la sociedad toda, de hecho.

A fin de cuentas, nadie tiene derecho a pasar a llevar de esa forma a una persona. Eso sí, discrepo con quienes creen necesaria una ley para regular el tema. En Chile se suele pensar que todo se arregla con la aprobación de una ley. ¿Le molestan los piropos? hay ley. ¿le cargan los memes? hay ley. ¿le molestan las personas que se visten con pantalones blancos? hay ley. Señora, señor, la vida, la sociedad, la mierda en la que estamos no se soluciona con leyes, sino con educación, con respeto por el otro, con sentido común y con empatía, que harta falta nos hace. Prohíban los piropos, metan presos a los que los gritan, lo que quieran, pero el problema de fondo, el machismo, no se va a solucionar de esa forma, y seguiremos denigrando a la mujer y dándole importancia excesiva a su aspecto físico. El mismo que hace que le digan gorda o que se viste mal a una presidenta que, estoy segura, si fuese hombre no sería blanco de esa clase de críticas superficiales. No repliquemos eternamente estas prácticas, en un bucle interminable de machismo y faltas de respeto hacia un género que nadie escogió pero que, al parecer, hay que llevar como una cruz toda la vida.